30.4.10

Respondendo

Mientras respondía a los estímulos más pobres del medio, pero aún así estímulos, aún así legítimos, me encontré con Doyle que en una entrevista a CNN citó un poeta y pintor de los años 60 que dijo que se caminas en tu cuadra y no tiene 5 nuevas ideas no es artistas. A Doyle, le parece que el arte tiene que ver con las respuestas que uno dé al medio. El es un gran fotógrafo de cine totalmente autodidacta. Para Lucrecia Martel no importa mucho que uno estudie la carrera de cine para tenerla de profesión. Muy buenos artistas no consiguieron adentrar en las escuelas de arte, la mayoría de los grandes cineastas de hoy tampoco estudiaron esa carrera, y muchos de los que lo hicieron dicen no ser importante. Entonces, ¿qué propósito tendrían esas escuelas se a nadie parecen útiles? Además, ¿Cómo se piensa una escuela de arte, se aparentemente es imposible enseñar a uno a ser artista?

En la escuela, tenemos son algunos contenidos al comienzo de la carrera y muchos estímulos, de lo tipo más pobrecito, la compulsoriedad, al largo de cuatro o cinco años. Las cosas están arregladas muy sencillamente: lo haces, lo apruebas, no lo haces no apruebas, no apruebas, luego no recibes. El fin más final está puesto en el recibimiento. Pero, de que nos sirve recibir, se nadie selo puede dar el título de artista. Me ocurrió, ahí, que los estímulos eran así dados para que cuando saliéramos a la calle, supiéramos responder a estímulos de la vida. Quizás.

Creo que también intentando responder a eso, Edgar Moura, un otro director de fotografía, dijo que el aprendizaje de la técnica – que sí se puede dar en una escuela - , es realmente importante porque es la técnica lo que permite que uno ponga sus ideas, sus creaciones en el mondo. Aunque las ideas, aparentemente lo más importante, uno no pueda aprender a tenerlas en la escuela. Pero en esos lugares, dijo Moura, puedes convivir con gente que piensa sobre ideas y sobre excusión de imágenes y puedes hacer de eses pensamientos el centro de su mondo. Es decir que las ideas que están en los pasillos, servirían de estímulos, generando más y más ideas, generando proyectos, dando oportunidad para que los artistas se desarrollen, piensen su tiempo y propongan. Pero ¿qué es que se escucha de charlas en los pasillos? ¿De qué hablo yo? He tenido los últimos años de observación y auto observación. Hablamos mucho de las entregas, de alcohol, de música y fiestas, un poco de cine y un poco de sentimientos, y casi nada de vida. Pero voy a poner mis oídos más abiertos. A ver se descubro que en alguna parte los pasillos conducen ideas y no mediocridad. Acá son muchos estudiando cine. ¿Qué és que la gente lo siente mientras responde los estímulos de ese medio? ¿Qué a ella le hace sentir euforia? Qué sé yo…

Casi como se escuchara el camino por lo cual se iban mis pensamientos, Daniel Ponce que a me mi enseña de historia da arte y del desarrollo de la idea de belleza en el siglo XIX e XX, al final de la clase dijo: por eso que están acá – lo decía a nosotros sentados en las sillas – para buscarse como sujetos. Esa búsqueda me parece que está olvidada, no solo por los alumnos como también por los docentes. Muy pocos son los profesores que se toman el propósito de conducirnos en la búsqueda, de inquietarnos a cerca de la vida, de despertar esa euforia que genera ideas, que genera proyectos que genera vida para el artista. Ese tipo de estímulo es lo único que puede hacer con que nosotros, cuando salgamos a la calle, respondamos a la vida. El adiestramiento no resulta. Más que aprender la técnica, también a mi me importa aprender a ver más allá, a agigantar el mondo – el mío y no solo el mío. A pensar desde un lugar que no me ocurrió pensar hasta hoy. Así se abren los ojos a los estímulos de la calle.

13.4.10

Abobrinhas sobre Matrix

Apesar de todo o clima de porão de navio que tinha o mundo real, o diretor de fotografia conseguiu deixa-lo até atraente com o blush rosa. Incrível como apesar da carne mal passada, e das pessoas mal vestidas, as cores amarelas e a falta de contraste da Matrix, conseguem deixá-la atrás do que quer que se convencionou chamar mundo real nesse filme, digo isso sem pretenções de encontrar Morpheus... Cortaria Trinity dizendo "deixe-me dizer em que eu acredito", e todas as outras frases desse naipe, pra torná-la uma personagem mais interessante, aliás, todos eles poderiam ser menos mexicanos. Não só nas falas, mas também nas atuações. Mas valá, até ai é perdoável, Hollywood precisa mesmo é se libertar mesmo é dos beijos de ressureição. Aí, não dá.

6.4.10

Utopia e Barbarie [e letargia]

Não demorei muito a perceber que o filme não passava pelos montes de informação histórica dados a cada minuto. Não seria mais um documentário sobre as revoluções de 68, e também seria. Toda aquela conhecida, e exaustivamente explorada, história nos levava a outra história: de Silvio Tendler naquele e nesse mundo. O documentarista colocou-se a dificil missão de registrar em imagens seu processo pessoal de entender o mundo das utopias, o mesmo que se transformaria em mundo das barbaries a medida que os regimes iam caindo e sendo revelados. Revisamos o que Tendler, viu e viveu, sua reconstrução ideológica que parte da decepção de toda a geração que acreditou num mundo que nunca se fez.

Assim como fez Joao Moreira Salles, em Santiago, Tendler deixa o verdadeiro filme ir se revelando a partir dos offs que colocam os pensamentos dos diretores, que são além de narradores, os protagonistas da história. Uma alternativa interessante ao papel do narrador, que nos aproxima dos seus pensamentos. Seus pensamentos estavam em Dilma Rousseff, em Eduardo Galeano, em Pablo Neruda, em todos os que acreditaram. Assim, as entrevistas foram usadas com toda a delicadeza que é preciso se ter quando expõe a intimidade das pessoas. Não apelou, por exemplo, para o meloso [e brega] zoom nos olhos de quem contou do enterro de Pablo Neruda. Mostrou-nos a cena da multidão declamando a poesia do poeta que morreu de dor na alma, ao ver o chile tomado pelos militares. Por ai, já estavamos iniciados no tema do amor.

Tendo nascido em 1985, em uma família católica conservadora do nordeste brasileiro, fui me deparar com esses ideais bem longe de casa, e já tinha entendido muito dos sonhos desse tempo. Somente agora, no entanto, senti o tamanho da desilusão. E agora? E o que fazem os jovens de agora? O que amam os jovens de agora? Dinheiro? Somos de uma geração individualista, como o capitalismo precisa que sejamos. Mas o egoismo mata toda forma de amor. Assim como também toda forma de ideal.

Entendo o que a senhora que me levou ao ponto de taxi, enquanto me contava que militava até 20 horas por dia na sua juventude, espera de mim. Que eu tente, continue tentando. De alguma forma, que a velhice possa se alimentar numa juventude viva. Dizia-me que levaria seus filhos a verem a película.

5.4.10

wondering who you might be now.